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Mostrando las entradas de febrero, 2021

Playeras, de Justo Sierra Méndez

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Baje a la playa dulce niña, perlas hermosas le buscaré; deje que el agua durmiendo ciña con sus cristales su blanco pie. Venga la niña risueña y pura, el mar su encanto reflejará, y mientras llega la noche oscura, cosas de amores le contará. Cuando en Levante despunte el día verá las nubes de blanco tul, como los cisnes de la bahía, rizar serenas el cielo azul. Enlazaremos a las palmeras la suave hamaca y en su vaivén las horas tristes irán ligeras, y sueños de oro vendrán también. Y si la luna sobre las olas tiende de planta bello cendal, oirá la niña mis barcarolas al son del remo que hiende el mar. Mientras la noche prende en sus velos broches de perlas y de rubí, y exhalaciones cruzan los cielos, ¡lágrimas de oro sobre el zafir! El mar velado con tenue bruma te dará su hálito arrullador, que bien merece besos de espuma la concha-nácar, nido de amor. Ya la marea, niña, comienza; ven que ya sopla tibio terral, ven y careyes tendrá tu trenza, y tu albo cuello rojo coral. La dulce niña...

No te alejes de mi, de Pablo Neruda

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No estés lejos de mí un solo día, porque cómo, porque, no sé decirlo, es largo el día, y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes. No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón perdido. Ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo.

Temo tus besos, de Percy Bysshe Shelley

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Temo tus besos, dulce dama. Tú no necesitas temer los míos; Mi espíritu va tan hondamente abrumado, Que no puede agobiar el tuyo. Temo tu porte, tus modos, tu movimiento. Tú no necesitas temer los míos; Es inocente la devoción del corazón con la que yo te adoro.

Pienso, de Santiago Zänä

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Pienso en todas esas nubes blancas que se fueron y ahora no vemos, pienso en ellas como pienso en nuestro amor invisible, y pasan de ser pensamientos al aire que respiro, porque aún no nace, pero existe, ese amor existe tanto que oprime mi pecho y me roba el aliento, pienso en el amor que tenemos, pero solo espera en sueños.